Todos en algún momento, seamos andaluces o no, amantes del turismo natural o no, hemos oído alabar la belleza de este verdadero mosaico de ecosistemas que conforma el Parque natural de Doñana, Reserva de la Biosfera por la Unesco desde 1981. Porque la biodiversidad que acoge es única en Europa, porque los contrastes que ofrece al viajero no tienen parangón y sobre todo porque en él conviven multitud de especies de fauna y flora que hacen de este espacio un lugar casi mágico y sobrenatural.
Por unos 30 euros puedes reservar tu plaza en los todo-terreno que cada día recorren el parque, pero si no lo tienes aún muy claro vamos a presentarte a continuación los principales atractivos de Doñana, tal vez la zona húmeda más impresionante de toda Europa.
En los bosques de Doñana como el Coto del Rey, el Abalario o el pinar de la Algaida destaca ante todo el matorral formado a base de alcornoque, pino piñonero o lentisco, un área de cría entre otras aves de las famosas águilas imperiales del parque de Doñana. Además, podremos disfrutar del avistamiento en su hábitat de especies protegidas como son el lince ibérico o la gineta.
Dunas como las del Acantilado del Asperillo, un sistema de dunas móviles único en la península que resulta de interés tanto cultural como ecológico. Formadas por la acumulación de arena y capaces de desplazarse gracias a que su frente cuenta con mayor pendiente que la cola, con su movimiento consiguen destruir toda vegetación que les sale al paso, formándose el bosque de pino que le es característico y que transcurre en paralelo a la costa.
Las marismas constituyen, tanto al norte como al sur, el ecosistema que más cambios acusa en el Parque de Doñana y es que son de carácter estacional: llanura arcillosa seca y cuarteada en el verano e idílico lago para las esperadas anatidas del norte de Europa en el invierno. Pero la época ideal para disfrutar de las marismas es sin duda la primavera, cuando el bayunco y la castañuela crean un tapiz que atrae desde África a garzas, cigüeñas o golondrinas que buscan nido y alimento en lugares de clima más templado como son el Lucio del Cangrejo, la Marisma Gallega o las Marismas de Bonanza.
Una suerte de frontera entre el coto y la marisma, la vera es una ancha franja de tierra siempre verde que crece desde el sur hacia el norte. Dada la estabilidad que mantiene en cuanto a humedad durante todo el año, la vera es rica en pastos que atraen a una enorme variedad de avifauna, destacando el gamo, el ciervo, el jabalí y la yegua marismeña.
Nada menos que 35 km. de costa entre Matalascañas y la desembocadura del río Guadalquivir hacen del litoral virgen de Doñana uno de los más largos y bellos del viejo continente, costa que además cuenta con el aliciente de no presentar nunca el mismo perfil dado lo cambiante del ecosistema. Entre otros fenómenos, el viento suroeste se encarga de traer y llevar sin fin la fina arena que acabará en las dunas, para formar ya en la playa refugios de aves de mar e incluso a veces de tortugas.
Doñana ha visto cómo a lo largo de los siglos el hombre ha sabido aprovechar los recursos naturales y en este sentido aún hoy se practica el carboneo, la apicultura o la recolección de piñas. Además, estas son tierras de profunda tradición ganadera y de ahí que se mantengan en el municipio de Almonte tradiciones como la Saca de las Yeguas o la famosa Romería del Rocío.
Como ves, razones no faltan para visitar Doñana en cualquier época del año y aunque no cuentes con un presupuesto generoso podrás disfrutar como lo harías en un safari sin salir de Andalucía, pocos pueden ofrecer tanto por tan poco…
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