Medina Sidonia, situada en lo alto de un cerro, es un lugar privilegiado por sus vistas a la bahía y a la sierra, en el que la historia ha dejado su huella. Por su situación estratégica, Medina ha acogido asentamientos durante la Edad del Bronce, Fenicios y Cartagineses han vivido aquí, posteriormente los Romanos, conociéndose entonces como Asido Caesarina Augusta.
Más tarde, formó parte del califato de los Omeyas y en tiempos de la Reconquista fue sede de varias órdenes militares, destacando al Orden de Santiago y la Orden de Santa María.
En 1440 entra a formar parte del señorío de los Duques de Medina Sidonia.
Desde lo alto se contempla todo. A Medina Sidonia hay que venir con ganas de subir y elevar la vista. Mirar las fachadas de las casas señoriales, los campanarios de los conventos e iglesias. Observar el cielo despejado y respirar los olores de la repostería, herencia árabe. Sentir el aroma de la canela, el clavo, la miel…
Durante la visita a esta ciudad, podemos entender que se trata de un museo al aire libre. En el recorrido miramos, y admiramos, las calles angostas y encaladas, de casas bajas que nos conducen a los arcos medievales de la antigua ciudad andalusí: el Arco de la Pastora y la fuente de la Salada, el Arco de Belén y la Puerta del Sol, que nos acercarán a los vestigios de la que fue colonia romana, tres castillos en uno. Un castillo en el que se superponen restos del castellum militar romano, restos del alcázar árabe y restos del castillo medieval.
Y al subir, encontramos arriba del todo las vistas, porque venir a Medina Sidonia es contemplar. Contemplar la ciudad desde lo alto, cómo el blanco caserío salpica la ladera en la que está asentada la ciudad, y contemplar también las fantásticas vistas del paisaje que la rodea, para darnos cuenta de la ubicación privilegiada que tiene Medina Sidonia: la sierra, la campiña y el mar de la bahía. En Medina Sidonia, el arte, la historia y la gastronomía se contempla desde lo alto.
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